
Fuente: Diario Hoy
Explotar su historia viene siendo algo muy rentable para Cáceres y la ciudad no está dispuesta a abandonar ese camino. El Gobierno ha decidido que ahora es turno para su pasado judío. Ayer, la Comisión de Cultura, Festejos y Turismo dio el paso y acordó por unanimidad solicitar la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la denominada Judería antigua. Los tres grupos políticos con representación municipal, PP, PSOE e IU, se muestran a favor de una iniciativa que arrancará con el correspondiente expediente ante la Consejería de Educación y Cultura. El Ayuntamiento ya tiene preparado un amplio informe al respecto en el que se razonan los motivos que justifican esa declaración como bien cultural para el barrio de San Antonio y su entorno.
«Los que no conocen aquello se llevan una sorpresa enorme. De la presencia judía en Cáceres, que fue notable, queda un diseño urbanístico muy concreto. La gente se mueve en el recinto amurallado entre iglesias y palacios y de repente se adentra en un barrio de callejuelas y casitas bajas». El relato de Fernando Jiménez Berrocal no es uno más. Habla no solo un reputado historiador sino el cronista oficial de la ciudad. El Cáceres judío, que dejó huella a través de una comunidad «muy influyente y activa», busca su propio reconocimiento. El objetivo del expediente que ahora comienza ante la Junta de Extremadura es potenciar ese núcleo urbano a través de su propia historia. «Va a suponer un antes y un después», opina la alcaldesa. Elena Nevado avanza en una dirección que, con la futura declaración como BIC, permitirá una «mayor protección, difusión y divulgación» de una parte que no se encuentra entre las habituales de los turistas que vienen a la capital cada año.
Cáceres quiere rentabilizar ese pasado sefardí como una forma de recuperar sus antecedentes, pero no solo eso. «Los judíos dejaron un legado arquitectónico, pero sobre todo destaca esa presencia significativa en el mundo de los negocios. Cuando fueron expulsados hacia el siglo XV del recinto amurallado, provocaron el resurgir de Pintores, General Ezponda... como área comercial», rememora Jiménez Berrocal. Según él, la declaración como bien de interés cultural «puede ser muy positiva, ya que contribuirá a la protección de la Judería». No obstante, el Gobierno no se queda ahí. Asume que los alrededores de la ermita de San Antonio, Rincón de la Monja, Adarve, Pereros y Callejón del Moral ganarán con la tramitación del expediente.
Pero hay más. Además de poner en valor un área en la que residen 5.390 cacereños, según el último informe de población, si la iniciativa sale adelante saldrán beneficiados hosteleros y comerciantes.
Para ello, el Ayuntamiento admite que se plantea establecer «una estrategia turística dirigida a la captación de un colectivo como el sefardí, perteneciente a comunidades económicamente muy potentes». Cáceres está hermanada con la ciudad israelí de Netanyá. En la última edición de Fitur se firmó un acuerdo con El Corte Inglés Viajes sobre una nueva ruta centrada en la cultura judía. El Ayuntamiento y touroperadores como Veronia se fijaron el reto de abordar rutas turísticas con las juderías como protagonistas.
«Hablamos de una zona intramuros que parece que se pierde entre palacios, pero no debe ser así. Tiene valor por sí misma», justifica el concejal de Cultura, Jesús Bravo.
Algunos expertos han advertido de problemas de conservación en determinados espacios. En septiembre, durante la Jornada Europea de la Cultura Judía, los numerosos visitantes que acudieron en busca de la huella hebrea en la ciudad lamentaron imágenes de ese pasado glorioso mezcladas con otras de excrementos, pintadas en la Torre de los Pozos y restos de botellón. La declaración BIC, en principio, debe poner coto a todo eso.